Solo quiero escribir una breve historia, una historia de dos personas que por un tiempo se tuvieron mucho cariño, pero cada uno tenía un sentimiento diferente por el otro.
Un hombre atormentado y una mujer que a pesar de los problemas mostraba una sonrisa y una carcajada alegre.
Ambos se conocieron en la universidad, era su primer año, eran compañeros de carrera y poco a poco comenzaron a volver cercanos.
En ese momento él estaba en una depresión y no quería nada con nadie, estaba solo la mayoría del tiempo, y cuando no, estaba sumamente retraído, estaba ausente a pesar de estar con otra personas. Para ambos solos eran un compañero más, no eran la gran cosa, pero de a poco empezaron sus conversaciones, tenían gustos en común y era agradable para ambos hablar. Ella siempre reía y se tomaba las cosas con calma, y si bien también tenía miedo y problemas, trataba siempre las cosas que se resolverían con el tiempo y no se adelantaba a los suceso, muy diferente a él, que estaba más presente es sus problemas que en su vida, siempre preocupado y enojado, con una gran frustración. Él le hablaba a ella y le preguntaba si conpartía sus miedos y preocupaciones, pero para ella eran problemas del futuro que no tenían porque afectarle ahora, estaba en otro momento y no tenía porque vivir en el futuro, para él esto era desconcertante, pues tenían miedos y preocupaciones similares, pero una forma opuesta de enfrentarlos.
Inspirado por su actitud, empezó a dar una segunda oportunidad a la vida, hizo nuevos amigos y después de mucho tiempo volvió a reír. Para él esto era rencorfontante, hace tiempo no se sentía tan relajado, tan contento, aunque eso era solo mientras estaba con sus nuevos amigos. El tiempo pasaba y de momento él estaba mejor, pero aún atormentado, tomando todo con demasiada seriedad, se podría decir que perdió su sentido del humor.
Un día, sin recordar el motivo, tuvo lo que podríamos decir una "pelea con ella", no era una pelea realmente, solo una discusión estupida que ambos exageraban y tomaban con humor, por raro que parecía, ese era el momento donde ellos más conectaban entre sí, desplegando una química singular que todos sus amigos veían como síntoma de una atracción mutua.
Él empezó a recuperar parte de su antiguo yo con esta nueva interacción, la verdadera despreocupación, volvió a reírse con cosas simples e inocentes, su psicologa le dijo que era un paso importante y estaba orgullosa de él.
Todos sus amigos decían que se gustaban y estaban la mitad en lo correcto, él empezó a enamorarse de ella, pero ella solo veía como un amigo, un buen amigo.
Las cosas avanzaban, y lo que empezó como una atracción simple, fue evolucionando, él cada vez la quería más.
Empezó a buscar excusas para darle regalos, le escribía poemas y siempre estaba disponible para ella, la escuchaba y la apoyaba en sus problemas, le alentaba con sus metas, y mientras su amor crecía, para ella de fortalecía la amistad.
Finalmente llegó el cumpleaños de ella, no lo quería celebrar porque pensó que nadie vendría y le daba pereza organizar algo, pero él no quería dejar ese día sin nada para ella, así que organizó un cumpleaños sorpresa, hizo un plan con la ayuda de la hermana de ella, invitó a todos los amigos, ayudó a una de las amigas del grupo a hacer un pastel especial para ella, le compró su flor favorita como regalo.
Llegó el día y la sorpresa, ella fue muy feliz con ese gesto y fue un día especial para ella, un día que disfrutó bastante.
Él, tímido y asustado, no quizo admitir que fue idea suya. Viendo que ella estaba feliz con sus amigos, él decidió irse para mantener una fachada de persona fría, le había pedido a los mejores amigos de ella que dijeran que el cumpleaños era idea suya, le daba vergüenza que ella supiera que él era quien organizó todo. Para mala suerte suya, la hermana suya preguntó por él cuando llegó, pues él había organizado todo. En la noche cuando todos los invitados se fueron, ella le escribió, agradeciendo por todo y preguntando por qué lo hizo, él tratando de no demostrar sus sentimientos, dijo que era porque le caía bien, y le parecía aburrido que no hiciera nada para ese día. A pesar de sus palabras, ella empezó a sospechar de sus sentimientos.
Ninguno de los 2 lo sabía, pero esa sería la última vez que se verían por unos dos largos años, pues una pandemia que ya todos conocemos aconteció.
A pesar de la distancia, esos años fueron cuando más cerca estuvieron, su relación se hizo más fuerte que nunca.
Las cuarentas fueron fuertes para los dos, y ambos eran los confidentes del otro, siempres dispuestos a dar su hombro para que el otro llorara, siempre dispuestos para ayudarse.
En ese tiempo, ella tuvo problemas familiares y una depresión fuerte, y la única persona que lo sabía además de su familia era él, no se lo esperaba, pensaba que sus mejores amigos lo sabrían, y a pesar de sentirse mal por su pesar, esa confianza que ella sentía por él lo hizo sentir bien en su corazón.
Él también estaba mal, la depresión le estaba volviendo, el pasado le pesaba y el futuro lo aterreba, arrepentido por muchas cosas que hizo, él se sentía mala persona. Los días que peor se sentía, debía contarle a alguien y solo confiaba en ella para hacerlo, con miedo creía que le tendría miedo, o lo despreciaría pero nada más lejos de la realidad, ella lo entendía, le decía que si se arrepentía era porque que cambió y que era buena persona, que fue una víctima en otras ocasiones. Este cariño, este entendimiento lo ayudó a empezar un proceso para sanar.
Así las cosas avanzaban y su relación era cada vez más fuerte hasta que un día ella le dijo a él que estaba entre su top de personas favoritas que quería ver toda la vida, eso a él le hizo sentir tan feliz, recordaba sus abrazos con alegría, eran momentos de paz.
Ambos se apoyaban para pasar mejor los días de encierro, ambos tenían gusto por la literatura, así que empezaron a leer libros en conjunto para comentarlos y distraerse, ambos disfrutaban escribir, él siempre mandaba sus poemas y cuentos a ella, hasta que ella tuvo la confianza suficiente para mandarles los suyos, siendo una de las pocas personas que los había leído, este gesto de confianza lo hizo feliz.
Un día él estaba muy enfadado, así que le habló a ella para desahogar su sentir. Su rabia era tan grande, que ella se sintió mal de escucharlo, lo quería, pero sus emociones eran tan intensas que le traspasaba su sentir. Ella se lo dijo y él se sintió muy mal, a pesar de no hacer nada malo, el hecho de saber que sus palabras le afectaron profundamente.
Con este suceso y después de harto tiempo para pensar, él estaba seguro de estar enamorado de ella, la amaba con todo su corazón. Él sabía que ese amor no era correspondido y no quería confesarlo, pero eso lo quemaba por dentro, así que un día decidió confesar lo que sentía, entre lágrimas lo hizo, le dijo todo lo que sentía, que sabía que no era correspondido y que no quería perder la amistad, ella lo contuvo y le pidió un tiempo para procesarlo. Le dijo que sabía que le gustó, pero pensó que eso ya había pasado y que se sentía impactada y porque lo quería mucho debía ser sincera, él solo era un amigo para ella, le pidió un tiempo, él lo aceptó.
Pasaron mucho tiempo sin hablar, eso le dolía a él, pero sabía que ella necesitaba pensar.
Llegaron las fiestas de fin de año y ambos en esas vísperas decidieron hablar de nuevo, las cosas habían estado distantes y extrañas, difusas, pero que a pesar de todo, ambos se querían y seguían siendo amigos.
Finalmente se volvieron a ver, el tan esperado reencuentro no fue como él esperaba, fue distante, él estuvo triste y no pudo disfrutar la fiesta en la que estaban, todo empeoró cuando una de las invitadas le robó un beso frente ella. Si bien sabía que no sentía nada por él, eso lo incomodó bastante y decidió irse.
Volvieron a hablar y parecía que la amistad volvía a ser como antes.
Hasta el día de hoy la relación entre ellos es cordial, y él tiene miedo de que nunca sea como antes.
Pero tiene fe de que su relación volverá, y aunque no sea como él quiera, volverán a estar juntos pero separados como la luna y el sol.
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